Dancing the Dream-2

LA ULTIMA LAGRIMA 

 
Tus palabras me apuñalaron el corazón, y lloré lágrimas de dolor. «¡Fuera!» grité. «Estas son las últimas lágrimas que lloraré por ti.» Así que te fuiste.
 
Esperé horas, pero no volvías. Esa noche lloré por mí mismo lágrimas de frustración.
 
Esperé semanas, pero no tenías nada que decir. Pensando en tu voz, lloré lágrimas de soledad.
 
Esperé meses, pero no diste ninguna señal. En las profundidades de mi corazón, lloré lágrimas de desesperación.
 
¡Qué extraño que todas esas lágrimas no pudieran llevarse el daño! Entonces un pensamiento de amor pinchó mi amargura. Te recordé bajo la luz del sol, con una sonrisa tan dulce como el vino de mayo. Una lágrima de agradecimiento empezó a caer, y milagrosamente, volviste. Tus suaves dedos tocaron mi mejilla, y te inclinaste para besarme.
 
«¿Por qué has vuelto?» susurré. «Para borrar tu última lágrima,» contestaste. «Era la que guardabas para mí.»

 

  LA PEQUEÑA NIÑA SABIA

 
Conozco a una pequeña niña que no puede caminar. Está limitada a una silla de ruedas, y puede que pase el resto de su vida ahí, desde que sus médicos han dicho que casi no hay esperanza de que sus piernas paralizadas mejoren.
 
Cuando conocí por primera vez a esta pequeña niña, me deslumbró con una sonrisa que me quemó con su ardiente felicidad. ¡Qué abierta era! No se escondía por autocompasión, ni pedía aprobación, ni se protegía por vergüenza. Se sentía completamente inocente de no ser capaz de caminar, como un cachorrito que no tiene idea de si es un perro cruzado o un campeón de raza pura.
 
No hacía juicios sobre sí misma. Ésa era su sabiduría.
 
He visto la misma mirada sabia en otros niños, niños «pobres», como la sociedad los ve, porque no tienen comida, ni dinero, ni casas seguras o cuerpos sanos. Cuando alcanzan una cierta edad, muchos de estos niños comprenden lo mala que es su situación. La manera en la que los adultos ven su vida les roba esta inocencia que es tan preciada y rara. Empiezan a creer que deben sentirse mal con ellos mismos; a creer que esto es lo «correcto».
 
Pero esta pequeña niña sabia, con sólo cuatro años, flotaba sobre la pena y la vergüenza como un gorrión en libertad. Tomó mi corazón en sus manos y lo hizo tan ligero como un soplo de algodón, así que fue imposible para mí ni siquiera ocurrírseme pensar, «Qué cosa más terrible». Todo lo que vi fue luz y amor. En su inocencia, niños muy pequeños saben cómo ser luminosos y cariñosos. Si se lo permitimos, nos pueden enseñar a vernos a nosotros mismos de la misma manera que lo hacen ellos.
 
Un destello de la mirada de una niña pequeña contiene la misma sabiduría que la Naturaleza implanta en el corazón de cada forma viva. Es el secreto de la vida, no se puede explicar con palabras. Sólo se sabe. Sabe lo que es la paz y cómo no hacer daño. Sabe que incluso el último respiro es un gesto de gratitud hacia el Creador. Sonríe para estar viva, esperando pacientemente durante años de ignorancia y dolor para pasar como un espejismo.
 
Veo esta sabiduría brotando de los ojos de los niños más y más cada día, lo que me hace pensar que su inocencia está creciendo fuertemente. Nos van a desarmar a nosotros los adultos, y eso será suficiente para desarmar al mundo. Ellos no sienten razones para dañar el medio ambiente, por lo que entonces el medio ambiente estará limpio sin peleas. Una pequeña niña sabia me dijo el futuro cuando me miró, tan llena de paz y satisfacción. Mi regocijo es confiar en ella por encima de todos los expertos. Así como la luz y el amor se lleva nuestra culpabilidad y vergüenza, su profecía debe hacerse realidad.

  ANGEL DE LA LUZ 

 
 

Es difícil ver ángeles, a pesar de que me he pasado horas mirando sus cuadros. Alguna gente puede verlos sin mirar cuadros, y cuentan interesantes historias. Los ángeles de la guarda son todos femeninos por ejemplo, cosa que no me sorprendió una vez que lo averigüé. Un ángel del nacimiento, de los más jóvenes, se ocupa de cada bebé cuando nace, mientras que otro ángel, más viejo pero no siniestro, ayuda a los moribundos a abandonar este mundo sin pena o dolor.

 
Puedes rezarle a los ángeles y ellos te escucharán, pero la mejor manera de llamarlos, me han dicho, es reír. Los ángeles responden al encanto, porque de esto es de lo que están hechos. De hecho, cuando la mente de las personas están nubladas por la rabia o el odio, ningún ángel puede llegar a ellas.
 
No todos los ángeles tienen alas – eso dicen los que les han visto – pero aquellos que tienen pueden desplegar un abanico de plumas doradas y extenderlo por encima del mundo entero. Si tuvieras ojos que pudieran mirar directamente al sol, verías un abrumador ángel presidiendo allí; otro más sereno sonríe desde la luna.
 
Los ángeles pasan su vida entera, que es eterna, dando vueltas alrededor del trono del Creador, cantando Su alabanza. La gente con oídos agudos los han escuchado. Las armonías de los coros angelicales son increíblemente complejas, dicen, pero el ritmo es simple. «Es mayoritariamente una marcha» afirmó un oyente oculto. Por alguna razón, este hecho es casi el mejor que he aprendido nunca.
 
Después de un tiempo te sientes desolado oyendo de los ángeles que no puedes ver por ti mismo. Cuando una avistadora de ángeles oyó esto, se quedó impactada. «¿No ver?» dijo. «Pero tienes un ángel dentro de ti. Todo el mundo lo tiene. Lo puedo ver ahora mismo, y pensé que tú también podías.» «No,» dije tristemente, y le pregunté que cómo era. «¿Se parece conmigo?»
 
«Bien, sí y no,» contestó la avistadora de ángeles misteriosamente. «Todo depende de lo que tú pienses que eres. Tu ángel es un destello de luz posado en el centro de tu corazón. Es más pequeño que un átomo, sólo tendrás que esperar. Una vez que te acerques a él, tu ángel se expandirá. Cuanto más te acerques, más crecerá, hasta que al final, en una explosión de luz, verás a tu ángel en su verdadera forma, y justo en ese instante, también te verás a ti mismo.»
 
Así que ahora estoy todo el tiempo buscando mi ángel. Me siento en silencio, mirando hacia mi interior. No pasó mucho tiempo hasta que tuve una visión momentánea de algo. «¿Eres tú, Ángel, manteniendo una vela?» Un destello y se fue. Sólo esto fue suficiente para que mi corazón palpitara salvajemente. La próxima vez mi ángel estará ondeando una lámpara, luego manteniendo una antorcha en lo alto, y finalmente encendiendo una hoguera.
 
Esto es lo que la avistadora de ángeles prometió, y ahora que he conseguido la visión de la gloria, conozco lo suficiente para creer.

 

¿ESTÁS OYENDO? 

 
¿Quién soy yo?
¿Quién eres tú?
¿De dónde venimos?
¿A dónde vamos?
¿De qué va todo esto?
¿Tienes las respuestas?.
 
La inmortalidad es mi juego
De la felicidad vine
En la felicidad me sostengo
A la felicidad vuelvo
Si no lo sabes ahora
Es una lástima
¿Estás oyendo?.
 
Este cuerpo es mío
Es un flujo de energía
En el río del tiempo
Los eones pasan, las épocas vienen y van
Aparezco y desaparezco
Jugando al escondite
En el parpadeo de los ojos.
 
Soy la partícula
Soy la onda
Dando vueltas a la velocidad de la luz
Soy la fluctuación
Que toma ventaja
Soy el Príncipe
Soy el Bribón
Soy el suceso
Que es un hecho
Soy la galaxia, el vacío del espacio
En la Vía Láctea
Soy la moda.
 
Soy el pensador, el pensante, el pensamiento
Soy el buscador, el buscado, la búsqueda
Soy la gota de rocío, la luz del sol, la tormenta
Soy el fenómeno, el campo, la forma
Soy el desierto, el océano, el cielo
Soy el Ser Primitivo
En ti y en mí.
 
Pura conciencia sin límite
Verdad, existencia, felicidad soy yo
En infinitas expresiones vengo y voy
Jugando al escondite
En el parpadeo de los ojos
Pero la inmortalidad es mi juego.
 
Los eones pasan
En lo más profundo
Yo permanezco
Siempre igual
De la felicidad vine
En la felicidad me sostengo.
 
Únete a mí en mi baile
Por favor, únete a mí ahora
Si te olvidas de ti mismo
Nunca sabrás cómo
Se juega a este juego
En la oceánica cama de la Eternidad.
 
Detén esta agonía del deseo
Hazlo realidad
No pienses, no dudes
Cúrvate sobre ti mismo
Sólo crea… sólo crea.
 
La inmortalidad es mi juego
De la felicidad vine
En la felicidad me sostengo
A la felicidad vuelvo
Si no lo sabes ahora
Es una lástima
¿Estás oyendo?.

 

 EL CIELO ESTA AQUÍ 

 
Tu y yo nunca estaremos separados
Es solo una ilusión
Forjada por las mágicas lentes de la percepción.
 
Solo existe una integridad
un pensamiento
Somos como rizos
en el vasto océano del conocimiento.
 
Ven, vamos a bailar
el baile de la creación
Vamos a celebrar
la alegría de la vida.
 
Los pájaros, las abejas
las galaxias infinitas
ríos, montañas, nubes y valles
son todos un ejemplo pulsante
viviendo, respirando
vivos, con la energía cósmica.
 
Lleno de vida, de alegría
este universo mío
No tengo miedo.
 
Para conocer quien eres tú
tú eres mucho mas
de lo que jamás imaginaste.
 
Tu eres el sol
tu eres la luna
tu eres la flor silvestre en desarrollo
Tu eres la vida pulsante
que late, baila
desde una partícula de polvo
hasta la mas distante estrella.
 
Tu y yo
nunca estaremos separados
es tan solo una ilusión
forjada por las mágicas lentes de la percepción.
 
Vamos a celebrar
la alegría de la vida
vamos a bailar
el baile de la creación.
 
Regresando a nosotros mismos
nosotros creamos una y otra vez
círculos infinitos que vienen y van
nosotros gozamos
en la infinidad del tiempo.
 
Nunca hubo un tiempo
cuando yo no era, o tu no eras
y nunca habrá un tiempo
donde nosotros dejemos de ser.
 
Infinitamente, ilimitadamente
en el océano del conocimiento
somos como rizos
en el mar de gloria.
 
Tu y yo nunca estaremos separados
es tan solo una ilusión
forjada por las mágicas lentes de la percepción.
 
El cielo está aquí
ahora es el momento de la eternidad
no te engañes a ti mismo
recobra tu felicidad.
 
Una vez estuviste perdido
pero ahora estás en casa
en un universo vecinal
de aquí para allá
es el ilimitado
océano del conocimiento
y nosotros somos como rizos
en el océano de la felicidad.
 
Ven, vamos a bailar
el baile de la creación
vamos a celebrar
la alegría de la vida.
 
Y tu y yo,
nunca estaremos separados
Es tan solo una ilusión
forjada por las mágicas lentes de la percepción.
 
El cielo está aquí
ahora es el momento de la eternidad
no te engañes a ti mismo
y recobra tu felicidad.

 

Bailando el Sueño

 
La conciencia se expresa por sí misma a través de la creación. Este mundo en el que vivimos es el baile del creador. Los bailarines vienen y van en el parpadeo de un ojo pero el baile permanece. En muchas ocasiones cuando estoy bailando, me he sentido tocado por algo sagrado. En esos momentos, he sentido mi espíritu elevarse y volverse único con cada cosa que existe. Me transformo en las estrellas y la luna. Me vuelvo el amante y el amado. Me vuelvo el vencedor y el vencido. Me vuelvo el señor y el esclavo. Me vuelvo el cantante y la canción. Me vuelvo el sabio y el saber. Sigo bailando y entonces, es el baile eterno de la creación. El creador y la creación se fusionan en una total de alegría.
 
Sigo bailando y bailando……. y bailando, hasta que sólo queda…… el baile.
 
– MICHAEL JACKSON

 

BAILE DE LA VIDA 

 
No puedo escapar de la luna. Sus suaves rayos de luz apartan las cortinas por la noche. Ni siquiera tengo que verla – una fría energía azul cae sobre mi cama y me hace levantar. Bajo corriendo a la oscura entrada y abro la puerta, no para irme de casa, sino para volver a ella. “Luna, ¡estoy aquí” grito.
 
“Bien”, contesta ella. “Ahora danos un pequeño baile.”
 
Pero mi cuerpo ha empezado a moverse mucho antes de que ella diga nada. ¿Cuándo empezó? No puedo recordarlo – mi cuerpo siempre se ha estado moviendo. Desde mi infancia he reaccionado a la luna de esta manera, como su lunático preferido, y no sólo de ella. Las estrellas me atraen, tan cerca para ver a través de sus brillantes actos. Ellas también están bailando, haciendo un suave tintineo de moléculas que hace que mis átomos de carbono salten al mismo tiempo.
 
Con mis brazos extendidos, me dirijo al mar, que saca otro baile en mí. El baile de la luna es lento en el interior, y suave como las azules sombras sobre el césped. Cuando el oleaje estalla, oigo el corazón de la tierra, y se inicia el compás. Siento los delfines saltando en la blanca espuma, intentando volar, y casi volando cuando las olas se rizan altas en el cielo. Sus colas dejan arcos de luz cuando el plancton brilla en las olas. Un grupo de pequeños pececillos se elevan, brillando plateados en la luz de la luna como una nueva constelación.
 
“¡Ah!” dice el mar, “Ahora estamos reuniendo un gran grupo.”
 
Corro a lo largo de la playa, cogiendo olas con un pie y evitándolas con el otro. Oigo débiles sonidos de estallidos – cientos de cangrejos de arena llenos de pánico entrando en sus agujeros, por si acaso. Pero yo ahora estoy corriendo, a veces con mis pies, a veces lo más rápido que puedo.
 
Giro mi cabeza hacia atrás y una nebulosa arremolinada dice, “¡Gira rápido, ahora!”
 
Sonriendo abiertamente, agachando mi cabeza para mantener el equilibrio, empiezo a dar vueltas lo más rápido que puedo. Este es mi baile favorito, porque contiene un secreto. Cuanto más rápido giro, más en mí mismo me siento. Mi baile está exento de movimiento, lleno de silencio. Tanto como amo hacer música, es la no oída la que nunca muere. Y el silencio es mi verdadero baile, a pesar de que nunca se mueve. Se queda a un lado, mi coreógrafo de la elegancia, y bendice cada dedo de las manos y cada dedo de los pies.
 
He olvidado la luna ahora, y el mar y los delfines, pero me siento en su alegría más que nunca. Tan lejos como una estrella, tan cerca como un grano de arena, la presencia se eleva, brillando llena de luz. Podría estar en ella para siempre, es tan cariñosa y cálida. Pero tócala una sola vez, y la luz se dispara derecha desde la quietud. Me hace temblar y me asusta, y yo sé que mi es mi destino enseñarle a los demás que este silencio, esta luz, esta bendición, es mi baile. Acepto este regalo sólo para darlo otra vez.
 
“¡Rápido, da!” dice la luz.
 
Como nunca antes, intento obedecer, inventando nuevos pasos, nuevos gestos de alegría. De una vez por todas, siento dónde estoy, corriendo de vuelta por la colina. La luz en mi habitación está encendida. Verla me trae de vuelta. Empiezo a sentir mi corazón palpitando fuertemente, la insensibilidad de mis brazos, la cálida sangre en mis piernas. Mis células quieren bailar más despacio. “¿Podemos caminar un poco?” preguntan. “Esto ha sido un poco violento”.
 
“Claro” me río, tomando poco a poco un paso lento.
 
Giro el picaporte, jadeando suavemente, contento de estar cansado. Andando a gatas de vuelta a la cama, recuerdo algo que siempre he admirado. Dicen que algunas de las estrellas que vemos allí arriba no están realmente ahí. Su luz tarda millones de años en llegar a nosotros, y todo lo que estamos haciendo es mirar al pasado, al momento del pasado en el que esas estrellas podían brillar todavía.
 
“Entonces, ¿qué hace una estrella después de dejar de brillar?” me pregunto. “A lo mejor muere.”
 
“Oh, no” dice una voz en mi cabeza. “Una estrella no puede morir nunca. Tan sólo se transforma en una sonrisa y se funde en la música cósmica, el baile de la vida.” Me gusta este pensamiento, el último que tengo antes de que mis ojos se cierren. Con una sonrisa, me fundo de nuevo en la música de mí mismo.

PERO EL CORAZÓN DECIA NO

 
Vieron a los pobres viviendo en chozas de cajas de cartón, y tiraron las chozas e idearon proyectos. Enormes bloques de cemento y cristal levantados encima de aparcamientos de asfalto. De alguna manera no eran como un hogar, ni siquiera como una choza. «¿Qué esperan?» preguntaron impacientemente. «Son demasiado pobres para vivir como nosotros. Hasta que no puedan valer mejor por Ustedes mismos, deben ser agradecidos, ¿no?»
 
La cabeza decía sí, pero el corazón decía no.
 
Necesitaban más electricidad en la ciudad, así que encontraron un riachuelo en una montaña para hacer una presa. Mientras las aguas crecían, conejos muertos y ciervos flotaban; los pajaritos, demasiado jóvenes para volar, ahogados en el nido mientras sus madres piaban pidiendo ayuda. «No es una visión bonita,» decían, «pero ahora un millón de personas pueden tener aire acondicionado todo el verano. Eso es más importante que un riachuelo en una montaña, ¿no?»
 
La cabeza decía sí, pero el corazón decía no.
 
Vieron opresión y terrorismo en una tierra lejana, así que le declararon la guerra. Las bombas redujeron el país a escombros. La población estaba encogida por el miedo, y cada día más aldeanos eran enterrados en horribles ataúdes de madera. «Tienen que estar preparados para hacer sacrificios» decían. «Si algunas personas inocentes resultan heridas, ¿no es justo éste el precio que uno debe pagar por la paz?»
 
La cabeza decía sí, pero el corazón decía no.
 
Los años pasaron y se hicieron viejos. Sentados en sus cómodas casas, se examinaron. «Hemos tenido una buena vida,» dijeron, «y hemos hecho lo correcto.» Sus niños los miraron y preguntaron por qué la pobreza, la contaminación y la guerra seguían existiendo. «Lo adivinarán pronto» respondieron. «Los seres humanos son débiles y egoístas. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, estos problemas nunca terminarán».
 
La cabeza decía sí, pero los niños miraron dentro de su corazón y susurraron «¡No!»

ASI MARCHAN LOS ELEFANTES

Un hecho curioso sobre los elefantes es este: para poder sobrevivir, no deben caer al suelo. El resto de los animales pueden tropezar y levantarse de nuevo. Pero un elefante siempre está de pie, incluso para dormir. Si uno de la manada se resbala y cae, se queda indefenso. Permanece tumbado sobre su costado, prisionero de su propio peso. Aunque el resto de los elefantes empujarán alrededor con angustia e intentarán levantarlo otra vez, normalmente no hay mucho que puedan hacer. Con una respiración lenta y pesada, el elefante caído muere. El resto le velan, y entonces se van lentamente.
 
Esto es lo que aprendí de los libros de naturaleza, pero me pregunto si estarán bien. ¿No habrá otra razón por la que los elefantes no puedan caerse? Quizá han decidido no hacerlo. No caer es su misión. Como el más sabio y paciente de los animales, hicieron un pacto – imagino que fue hace mucho tiempo, cuando la edad de hielo estaba terminando. Moviéndose en grandes manadas a través de la superficie de la tierra, los elefantes primero divisaron a hombres enanos rondando por las altas hierbas con sus lanzas de piedra. «Cuánto miedo y rabia tiene esta criatura» pensaban los elefantes. «Pero va a heredar la tierra. Somos lo suficientemente sabios para verlo. Vamos a establecer un ejemplo para él.»
 
Entonces los elefantes pusieron sus grisáceas cabezas juntas y meditaron. ¿Qué tipo de ejemplo podrían enseñarle al hombre? Podrían demostrarle que su poder era mucho mayor que el suyo, cosa que era totalmente cierta. Podrían manifestar su rabia delante de él, cosa que era lo suficientemente terrible como para desarraigar bosques enteros. O podrían llenar al hombre de pánico, pisoteando sus campos y aplastando sus cabañas.
 
En momentos de gran frustración, los elefantes salvajes harían todas esas cosas, pero como un grupo, poniendo sus cabezas juntas, decidieron que el hombre aprendería mejor de un mensaje más amable.
 
«Vamos a demostrarle nuestra reverencia por la vida» dijeron. Y desde ese día, los elefantes han sido criaturas silenciosas, pacientes, pacíficas. Le permiten al hombre que los monten y los aprovechen como esclavos. Permiten que los niños se rían de sus acrobacias en el circo, exiliados de las grandes llanuras africanas donde una vez vivieron como señores.
 
Pero el mensaje más importante de los elefantes es su movimiento. Ellos saben que la vida es moverse. Amanecer tras amanecer, año tras año, las manadas marchan, una gran masa de vida que nunca cae, una imparable fuerza de paz.
 
Animales inocentes, no sospechan que después de todo este tiempo, caerán por una bala de los más numerosos. Quedarán tirados sobre el polvo, mutilados por nuestra avaricia sin vergüenza. Los grandes machos caen primero, de manera que sus colmillos pueden ser transformados en piezas de joyería barata. Entonces caen las hembras, y así los hombres pueden conseguir sus trofeos. Las crías corren gritando del olor de la sangre de su propia madre, pero no consiguen nada con huir de las pistolas. Silenciosamente, sin nadie que les ayude, morirán también, y todos sus huesos se blanquearán en el sol.
 
En medio de tanta muerte, los elefantes sólo pueden darse por vencidos. Todo lo que tienen que hacer es caer al suelo. Eso es suficiente. No necesitan una bala: la Naturaleza les ha dado la dignidad de echarse y encontrar su descanso. Pero recuerdan su viejo pacto y la promesa que nos hicieron, que es sagrada.
 
Así continúan marchando los elefantes, y con cada pisada lanzan palabras en el polvo: «Observa, aprende, ama. Observa, aprende, ama» ¿Los puedes oír? Un día, los fantasmas de diez mil señores de las llanuras dirán, «No los odiamos. ¿No lo han visto por fin? Fuimos complacientes a caer, para que ustedes, queridos pequeños, no caigan nunca más.»

  

 

  

SUFICIENTE POR HOY

 
Los ensayos de baile suelen seguir pasada la medianoche, pero esta vez me detuve a las diez.»Espero que no te importe», dije, mirando al vacío, «pero es suficiente por hoy».
 
Una voz desde la sala de control dijo: «¿Estás bien?»
 
«Un poco cansado, supongo», contesté.
 
Me enfundé en una campera y atravesé el pasillo. Escuché unos pasos apresurados tras de mí; sabía casi con total seguridad a quién pertenecían. «Te conozco demasiado bien», dijo ella. «¿Qué te pasa realmente?»
 
Vacilé. «Bueno, no sé cómo sonará esto, pero hoy vi una foto en el periódico. Un delfín se había ahogado atrapado en una red de pesca. Por la forma en que su cuerpo estaba enredado en las cuerdas podías percibir que había sufrido tanta agonía. Sus ojos estaban vacíos, sin embargo aún conservaba la sonrisa, esa que los delfines nunca pierden, ni siquiera cuando mueren…» Mi voz se apagó.
 
Ella tomó mi mano suavemente. «Lo sé, lo sé».
 
«No, eso no es todo. No fue sólo que me sintiera triste, o que tuviera que afrontar el hecho de que un ser inocente había muerto. A los delfines les encanta bailar — de todas las criaturas del mar, esa es su señal. Sin pedirnos nada, hacen saltos entre las olas mientras nosotros los observamos maravillados. Nadan raudos delante de los barcos, no para llegar antes sino para decirnos «todo está hecho para jugar. Mantengan su rumbo, pero bailen mientras lo hacen.»
 
«Así que allí estaba yo, en mitad del ensayo, y pensé, «están matando un baile.» Y me pareció que debía detenerme. No puedo evitar que maten el baile, pero al menos puedo hacer una pausa en su recuerdo, como un bailarín en homenaje a otro. ¿Tiene algún sentido?»
 
Sus ojos estaban llenos de ternura. «Claro, en cierta forma. Probablemente tendremos que esperar años antes de que todo el mundo esté de acuerdo en la manera de resolver este problema. Hay muchos intereses involucrados. Pero es demasiado frustrante esperar a las mejoras del mañana. Tu corazón quería decir su opinión ahora.»
 
«Sí», dije, abriendo la puerta para ella. «Tuve este sentimiento y es suficiente por hoy.»

 

 

 

 

 

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